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Desandar lo masculino (por Mujeres Creando)

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AZUCAR

 

Hay unos cuantitos, pero los hay, hombres que no son extraordinariamente diferentes, ni extraordinariamente “buenos”, sino que son extraordinariamente sordos al machismo. Cansados de todos esos esquemas que atraviesan sus cuerpos con la ropa; desde los calzoncillos hasta los calcetines, desde los gestos hasta los habitos y en cada minimo detalle de la vida. Los vemos y los sentimos cansados de ser aquello que están llamados a ser, pero que no tienen ni fuerza, ni idea de por donde desandar ese camino.

Esos hombres nos miran con curiosidad, con complicidad y hasta se atreven a preguntarnos si pueden calentarse del frio de su soledad al amparo de nuestra fogata de rebeldía.

Nuestro fuego les calienta y aprovechando cualquier segundo nos preguntan: ¿Y que de mi?

¡Que de mi que no quiero estar donde estoy, ni representar lo que represento, ni ser quien soy, ni hacer lo que debo hacer! Hacen la pregunta con cuidado y buscando no un momento solemne sino aprovechando una situación casual. Su pregunta tiene un tono de indignación anti-musical cuya voz no se ha conocido aun sobre la tierra, preguntan con signos de admiración y no de interrogacion.

Su mirada delata un extravio completo; no saben por donde empezar, no saben siquiera que cosa empezar, tendrían que aprender de cero a conocer el mundo con otro cuerpo y eso parece una tarea simplemente imposible e ilusoria. Quizás por eso se quedan quietos y pasivos viven a medias porque es su mejor manera de negarse a ser unos “machitos”.

No tienen un espejo donde mirarse, ni ropa con que vestirse. No tendrían la fuerza de ponerse un vestido y no es precisamente el vestido lo que en principio remediaría el problema. No hablamos de hombres travestis de tacos altos, ni de hombres maricas de femeninos gestos, hablamos de hombres no hombres, de hombres que se niegan a entrar en la identidad masculina y se quedan paralizados en la puerta de una identidad que no existe.

A ellos mi respuesta cruel es siempre que la pregunta les pertenece, que la respuesta les pertenece también y que la crisis en la que están tiene que radicalizarse mas, ser mas profunda, ser rotunda, ser total. Por otro lado veo cientos y cientos de mujeres que se han resignado o a la soledad o al relacionamiento con hombres machistas que no están dispuestos a cambiar nada y con quienes sus relaciones son una crónica anunciada de fracaso e infelicidad.

Mientras voy hablando pienso que es absurdo en este contexto de quiebre de la relación varon mujer introducir la figura de Pedro Costa como artista, él mismo seguramente rechazaría esa forma de presentarlo, porque precisamente se trata de una persona que empieza por rechazar su condición masculina, se trata de un hombre no hombre que no quiere serlo y que sabe desandar lo masculino bailando. Él instala un espacio eléctrico que desconcierta y desordena todo, quizás no logra desandar el laberinto masculino, quizás si, pero si no lo hiciera logra hacerle un boquete muy grande por donde poder huir de cuerpo entero.

Las piernas, las orejas, los brazos, la boca pero muy especialmente el pene se convierten en elementos expresivos para dar cuenta de esa nausea de no querer ser quien se supone que debes ser, una nausea endulzada con una raíz cultural folklorica profunda como es la carioca. Eso lo convierte en doblemente alucinante porque si hay un lugar de culto a las tradiciones es el folklore y es precisamente el folklore que cultiva la división sexual del mundo. Pedro recoge del folklore carioca sus raices, pero en sus manos deja de ser folklore y se convierte en danza salvaje contra la masculinidad. Se convierte en danza política contra lo macho, lo violento, lo fálico.

El espectáculo de Pedro Costa es inédito, y por eso inclasificable, yo prefiero presentarlo como bailarin, porque todos somos un poco bailarines y porque su danza es convocante y provocante a bailarla con él. Su baile es furia del cuerpo, su baile es coreografia de locos, su baile es la invitación a contemplar como un hombre se relaciona en un espectáculo con los limites de su propio cuerpo. Dentro la escena artística él es clasificado como performer queer, post porno. Yo no utilizo ninguna de esas categorías para su trabajo y simplemente se los presento como un bailarin, porque quiero que todo el mundo me entienda y porque ninguna de esas categorías me sirven para transformar.

Su trabajo no tiene nada que ver con ser un hombre y no tiene nada que ver con la crisis sorda de la condición masculina, ni mucho menos aun con el actual fracaso de la relación varon mujer a modelo machista.

Mujeres Creando y Radio Deseo hemos hecho el esfuerzo de presentar su espectáculo en La Paz porque tiene la fuerza de revolver los lugares de la identidad sexual. No los revuelve porque se declare maricon, ni porque asuma un lugar travesti. El va mucho mas alla. Te afecta, te seduce, te envuelve. Y lo que ves te convierte en testigo y testiga de la dilusion danzante de lo masculino. Tal cual ves como una cucharilla de azúcar se diluye en el te para endulzarlo.

Despues de verlo y sentirlo no podras volver a repetir la frase popular que nos dice que ponerse los pantalones es madurar, que ponerse los pantalones es tomar decisiones valientes sobre un problema. Despues de ver a Pedro Costa entenderas que de lo que se trata es de sacarse los pantalones para no volvérselos a poner más.

arteydescolonizacion

 

 

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